nocivos de la mezcla
de sandía y vino
A lo largo de los años, es mucho lo que se ha dicho acerca de la supuesta letalidad de la ingesta del fruto de la Citrullus Vulgaris acompañado del zumo fermentado de las bayas de diversas variedades de vitáceas. El profesor Elvis Aaron Brodzinski, de la Kolynos University, ha llevado adelante varios ensayos clínicos orientados a calibrar la veracidad y validez científica de este aserto folclórico.
Para los experimentos se utilizaron especímenes de Alouatta Caraya, comúnmente denominados monos carayá o monos aulladores; especie que fue elegida por su similitud fisiológica con el ser humano (especialmente con el profesor Brodzinski).
Experimento 1: Un grupo de diez monos carayá, con un peso que variaba entre 2 y 7 kg, fue alimentado por medios coercitivos con sandías de un peso medio de 3,450 kg regadas con abundante vino. Al final del día, todos los monos mostraban signos visible de haber muerto, luego de haber ingerido cada uno un promedio de 3,8 sandías y 12.700 cm³ de vino. Los monos del grupo de control, que fueron alimentado normalmente, mostraban un perfecto estado de salud.
Experimento 2: Para contrarrestar cualquier posible vicio estadístico del experimento descrito anteriormente, se diseñó otro en el cual se eliminaba el factor coercitivo en la alimentación de los animales. En este segundo ensayo no se proveyó a los monos ningún otro alimento que los que eran sujeto del estudio, pero se permitió que dosificaran la ingesta según sus propios requerimientos. El grupo de control recibió en el mismo período la dieta habitual de frutas. Al cabo de pocos meses, de los diez individuos del grupo de estudio no quedaba uno; mientras que los del grupo de control presentaban todos un aspecto rozagante.
Un metaanálisis de los dos ensayos considerados conjuntamente arrojó más datos reveladores: mientras que la necropsia efectuada a los individuos del experimento 1 indicó en todos los casos una severa indigestión, en los del experimento 2 el cuadro general era de una pronunciada desnutrición y principio de cirrosis hepática. Se desprende de esto que las condiciones médicas de los individuos de uno y otro grupo eran por completo diferentes, siendo el único factor común el régimen alimenticio de sandía con vino, lo cual impifica un significativo espaldarazo a favor de la hipótesis de trabajo.
Los experimentos fueron repetidos utilizando especies diferentes: titís dorados, chimpancés pigmeos, perros salchichas, tatús carretas, gallinas batarazas, etc.; obteniéndose en cada caso los mismos resultados. Un corolario lateral que puede ser de interés para gourmets y bon vivants es que la mayoría de los animales mostró escasas aptitudes de conoisseur, muriéndose lo mismo ante una botella sensualmente torneada y texturada de Le Totin Finóli que con un sachet de Château Querosène. La única excepción la constituyó unaCacatua Galerita llamada Nancy, que se quejó al maître por servirle vino blanco para acompañar una fruta de carne roja. (Es necesario señalar que el psitácido copetudo se hallaba en un avanzado estado de ebriedad; lo cual por otra parte resulta extraño, puesto que sólo se le suministraron placebos.)
Finalmente, si algo faltaba para demostrar más allá de toda duda razonable la peligrosidad de la combinación carpoetílica en cuestión, esto quedó definitivamente zanjado por las pesadas sandías maduras y botellas de 750 cm³ arrojadas balísticamente en dirección al profesor Brodzinski y sus asistentes por parte de un nutrido e iracundo grupo de defensores de los derechos de los animales.
Título original: Why wine & watermelons whack without warning
Aparecido en el número de febrero de 2003 de J.O.K.E.R. - Journal Of Knavish Experimental Research (Swimsuit Edition)
Traducido por el Lic. Carlitos Menditegui